Un miércoles catorce de noviembre a primera hora en Física y Química...
Cuando nuestro profesor Benjamín entró en la clase, dio los buenos días y nos dijo que empezásemos a leer que tenía que salir a resolver un asunto. Cuando llegó, se enfadó al saber que algunos de mis compañeros no estaba leyendo como el lo había mandado antes de irse, sino que estaban levantados hablando unos con otros. Enseguida, cuando todos se sentaron, cogió su libro de lectura llamado "Todos los nombres" de José Saramago y con el libro en mano y leyendo, comenzó a dar unos pasos por la clase en ambos sentidos, viendo si leíamos o no. Éste le llamó la atención a algunos alumnos que estaban estudiando o haciendo deberes y éstos en seguida cesaron y empezaron a leer. Benjamín se dirigió después de esto hacia su mesa y se sentó tranquilo comenzando de nuevo a leer.
A mitad de la media hora de lectura, los albañiles que se encontraban trabajando al final del pasillo, comenzaron a dar martillazos y al desconcentrarnos un poco, Benjamín se levantó y se dirigió hacia ellos. Los trabajadores pararon y nuestro profesor volvió a clase.
Al tocar la sirena anunciando que la media hora de lectura había terminado, después de unos segundos, Benjamín cerró su libro y se levantó, sacando de su maletín los libros de la materia para así poder empezar la clase, también sacó su portátil.
Al igual que siempre Benjamín tomó de nuevo su libro de historias y nos leyó una que trataba de cómo un hombre que estaba sentado en la calle observaba como toda la gente que pasaba por su lado y se tropezaba con una piedra que estaba tirada en el paseo, la maldecía, pero lo que el hombre no lograba entender era cómo nadie la había quitado para que no hubiese un accidente al tropezarse con ella. Algo así contaba el relato, pero no logro recordarlo con claridad.
Enseguida, preguntó quién quería salir a la pizarra para corregir el cuadro de la nomenclatura que había mandado el día anterior. Al mismo tiempo que Juan de Dios corregía el cuadro, Benjamín pasaba lista y preguntaba a su vez si habíamos traído las tareas que mandó el día antes.
Cuando terminó, ya Juan de Dios también había terminado. Entonces, Benjamín se puso a corregir lo que nuestro compañero había hecho en la pizarra. Conforme lo iba corrigiendo, Benjamín nos iba preguntando si estaba bien o no, poniéndonos en duda. A continuación de esto, cuando terminó de solucionar nuestros problemas, empezó a explicar nomenclatura de los hidróxidos y más tarde puso una tabla para practicar, es decir, para que nosotros la hiciésemos. Pero no pudo ser así, porque terminando de poner los elementos, tocó la sirena y como no nos dio tiempo empezarla en clase, la mandó como tarea para el próximo día.
A los alumnos de MIC, nos dijo que a la mañana siguiente tendríamos que entrar a segunda hora porque él no podía venir. Todos al oír eso, nos pusimos a gritar locos de contentos, pero algunos pararon al darse cuenta de que ellos no tenían esta asignatura y solo soltaron una sonrisa.
Así terminó la clase del catorce de noviembre, miércoles.
jueves, 15 de noviembre de 2007
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4 comentarios:
Me parece una excelente idea esta del diario de clase como forma de ejercitar la expresión escrita y las dotes de observación (tan imprescindibles ambas tanto para el buen escritor como para el buen científico).
Benjamín me comentó que entrase en este blog y le echase un vistazo a vuestro diario y a cómo estaba redactado. Por lo que he podido leer, no hallo fallos de ortografía o de expresión relevantes. Echo de menos, quizás, alguna conclusión de lo que se ha aprendido cada día , entre tanta anécdota (que nunca falta).
Para finalizar con este comentario, os invito a visitar también mi blog, pese a que aún está en ciernes. Espero que con vuestra ayuda y colaboración crezca en cantidad (de entradas) y en calidad (de perspectivas):
victoria-lcl.blogspot.com
Un saludo de vuestra profesora de Lengua Castellana y Literatura
Es para mí todo un honor contar con un comentario de esta calidad. Seguro que nuestros alumnos y alumnas estarán de acuerdo conmigo.
MUCHÍSIMAS GRACIAS
Benjamín, el otro día usted comentó en clase que en un diario que había leído ponía que su libro de lectura se llamaba "José Saramago", entonces aclaró que el verdadero nombre era "Todos los nombres" y que José Saramago era su autor. Pues bien, como autora de este fallo lo he corregido y como podrá observar ya pone su nombre verdadero. Perdón por el fallo.
¡Un saludo!
esta muy wpo esto del diario de clasee pasate por el mio si tal k empezamos hacer algo con el colegio y e añadido yo mas cositaaa!!www.xocolait.blogspot.com 1bx desd knarias
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